7 de octubre de 2017

El dulce sabor de la innovación

Los cubanos tenemos la fama de ser de esos seres que se la pasan inventando. Que si hicieron derroche de ingenio durante el periodo especial, que si crearon un contagioso ritmo para mover el cuerpo o si siempre tienen la más ocurrente de las salidas ante cualquier dificultad o contratiempo.

Pero, aun cuando parece que los inventos están incluidos en nuestro ADN, no se puede negar que hay algunos a los que la vena de innovador se les desarrolló potencialmente, pues su creatividad supera la propia de la idiosincrasia para llegar a las esferas productivas. Contribuyen de esa forma a la solución de problemas o aportar novedosas opciones.

En busca de estos innovadores me encontré con Herminda Durán, maestra dulcera de la Fábrica de Conservas de la comunidad de Cañada Honda de este territorio. A esta mujer la hallé justo al lado del fogón de leña mientras movía y movía sin parar la pulpa de guayaba que elaboraba. Ni el intenso vapor, ni el ardor en los ojos producido por el humo la hacían alejarse del caldero.

Entonces, tras asegurar el relevo en el constante revolver, me cuenta que, además de las producciones tradicionales: la pulpa de guayaba, los licores de sabores varios, la tan gustada crema de bie, una de sus creaciones principales ha sido La Bananina.

Como advirtiendo la interrogante en mi rostro aclara que ese es un producto elaborado a partir de plátano o plátano burro, muy útil para la alimentación de los niños pequeños: “Primeramente se pela cualquiera de la variantes, se pone en el horno a secar a vapor por 15 minutos. Luego se muele y se pasa por un jibe. Entonces ya tendrá algo fácil de hacer y muy nutritivo para los pequeños”.

En este mismo sitio, donde el aroma de la guayaba denunciaba el producto, supe de Rubisnel Arada, otro de los maestros dulceros de esta entidad. Lo encontré en su casa mientras daba de comer a sus animales. A la señal de mi mano caminó pausadamente a mi encuentro y sin perder tiempo lo interrogué sobre cómo surgió la idea de hacer tostones vaporizados.

“Al entrar la nueva tecnología se enfatizó en que debíamos aprovechar las producciones del territorio, pues es eminentemente agrícola. Buscamos las vías para diversificar nuestras producciones y así se nos ocurrió la idea de utilizar el plátano burro. Este tipo de tostones es una ayuda para las amas de casa o la mujer trabajadora, ya que requiere una elaboración mínima. De esta forma se evita parte del procedimiento del tostón tradicional, lo que deviene en un ahorro de tiempo y recursos”.

Satisfecha de haber conocido estas historias continué mi búsqueda de otros que, como ellos, pongan sus ideas en función del bienestar social. Con ese objetivo llegué a la Fábrica IV Congreso del Partido Comunista de Cuba. El aire olía a dulce.

El diálogo animado que se dejaba escuchar me llevó hasta donde se cargaba un camión de mercancías. ¿Dónde puedo encontrar a David Fonseca?, pregunté. Soy yo- me contestó, como si hubiese estando esperándome, un hombre blanco, de cabellos negros y mediana edad.

Ante mi pregunta comenzó a hablar tímidamente para luego ir tomando confianza. Así supe que había llegado a esta entidad para la implementación de un trabajo presentado en el fórum de la ANIR (Asociación Nacional de Innovadores y Racionalizadores) con el fin de potenciar la elaboración de la jalea de guayaba, que hasta ese momento se producía de manera industrial.

“Yo presenté el mezclador criollo, para diversificar las producciones. De ahí fueron surgiendo otros proyectos que han demostrado los resultados positivos que ha tenido el equipo de trabajo. Entre ellos se encuentra la leche condensada a partir de la existencia de las condiciones para pasteurizar la leche.

Posteriormente hemos incluido los siropes, el puré, entre otras”.
Como para que no lo olvide u omita, David me recuerda que ellos no cuentan con equipos de última generación ni nada por el estilo. Trabajan con fogones de leña y la mayoría de los procesos se hacen de forma manual.

Entonces agrega orgulloso: “La fábrica ya tiene una historia. Se han producido más de 80 toneladas de jalea de guayaba, hay varias toneladas de leche condensada. Hay un estatus formado”. Y sin perder la modestia confiesa: “Sabemos que aún quedan aspectos por limar, que en el camino tenemos que ir mejorando. Pero lo importante es que estamos trabajando”.

A la sombra de un árbol, mientras tomaba un descanso, abordé a Maritza Vázquez, jefa de turno de esta fábrica. Me dice que “al hablar de innovación es preciso hablar de colectivo de trabajo, ya que la propia antigüedad de las máquinas obliga a estar replanteándose constantemente las maneras de producir, pues debemos buscar soluciones a los problemas que puedan surgir sobre la marcha”.

En esta parte de la producción exponen como sus principales logros la elaboración de caramelos propóleos, que obtuvo la condición de relevante a nivel provincial y que contribuyó a visibilizar su trabajo. Otras de sus producciones es el vinagre saborizado, que si bien en estos momentos no ha tenido una gran comercialización se espera incluirlo próximamente en las opciones de las ferias agropecuarias sabatinas.

Pero Maritza revela que ahora sus esfuerzos se centran en una nueva línea. Desde aquí se gesta la confección de bombones. Sí, bombones made in Calixto García: “Al principio buscábamos con qué hacer el relleno del bombón porque buscábamos hacerlo con lo nuestro. En un momento pensamos que no sería posible. Hoy está todo planificado, irá relleno de dulce de coco, de maní o de guayaba y la cubierta completa de chocolate. Próximamente ya estará a disposición de los clientes, quienes son nuestro verdadero termómetro”.

Hora de la despedida. Me despido con el dulce sabor que deja al paladar el conocimiento de la existencia de personas que ponen sus pensamientos, su tiempo, su creatividad en pos del mejoramiento social. Mientras me alejo pienso también en esos tantos otros que, prácticamente de incógnito, solucionan los más disímiles problemas, desde las que parecen las más locas ideas. Y se me ocurre pensar que, a su manera, también son héroes. / Por Yanelis Martínez.

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