17 de mayo de 2019

Abanderado de la ciencia

Como herencia familiar que le trasmitiera su abuelo  Maximino Pozo, le llega la pasión por la ganadería a Carlos Pozo Ramírez, consagrado ganadero que ha convertido su finca en polígono de experimentación para la obtención de un bovino mejor adaptado al cambio climático que resalta en su finca, ubicada en la barriada de Cuatro Caminos, muy próximo  a Buenaventura.“Todo mi  interés está dirigido a la búsqueda de mejores pastos porque en esta etapa de sequía el Pelo de Burro desaparece y el suelo aparece desprovisto de vida vegetal. Tengo acuartonados los potreros y  dispongo de hierbas de mejor contenido proteico y de mayor rendimiento por el volumen de masa que aportan.”
Los pastos de Guinea Mombasa, Brizantha Cruzada, Pangola y  la Mulata  muestran un buen desarrollo vegetativo aun cuando en esta época  del año algunas de esas hierbas han sido liberadas del pastoreo. “Otras arbóreas crecen ya en los potreros  validando el valor nutritivo  proteico del forraje que tributan, cuyo aporte alimentario hacen posible los más de 15 mil litros acopiados en plena sequía, cuando muchos ganaderos han tenido que soltar las vacas para proteger los terneros.”

Intencionar la reproducción a través de la inseminación artificial y la monta directa ha sido la estrategia principal en interés de obtener una raza mejor adaptada al clima y  a las condiciones de su finca, para eso logra un retrocruce del Cebú con el Siboney que le  ha permitido registrar ejemplares que muy pronto serán incorporadas a la producción.
En la finca de este consagrado ganadero ya se muestran ejemplares del equino Cuarto de Milla apropiado para el trabajo con la ganadería y el rodeo. También crecen el ovino pelirrojo y el cerdo que comercializa con las entidades de Ganado Menor y Porcino.

Pozo Ramírez tiene 51 años. Se siente muy bien acompañado por su esposa Nubia que le ayuda en todo los menesteres y además es usufructuaria de poco más 30 hectáreas que forman parte de la finca  que hoy dispone para la ganadería. “Mi hija Carla es el mayor desvelo, asiste a las actividades de la Asociación Cubana de Producción Animal, a los eventos de la feria de Holguín y Rancho Boyeros por lo cual ya se inclina por el cuidado y atención del ganado.”

A ese coro familiar se une su papá Daer, economista; su  mamá Eva, educadora, ambos jubilados;  y el  hermano Daer, escritor, a quienes visita con frecuencia y hasta consulta algunos de sus proyectos.

“En los quehaceres de atención y manejo del rebaño, que inicia bien temprano en la madrugada, se incorporan cuatro trabajadores contratados como fuerza de trabajo que siempre encuentran mi mejor atención y mis lecciones en el cuidado de la ganadería, la cría artificial de terneros y el traslado  del rebaño desde la corraleta hasta  los potreros y, viceversa, donde encuentran el forraje y el agua suficientes.” 


Carlos Alberto Pozo dispone de un total de 136 cabezas de ganado bovino, 16 equinos, 20 ovinos  e igual cantidad de porcinos, cuya producción se encargan las entidades comercializadoras que contratan la carne y leche. Sus vacas en ordeño promedian en las condiciones actuales a 3,5 litros por animal y en los meses mejores asciende a 8 y 9 como promedio.

“En el 2018 acopié hacia la industria cárnica 14 toneladas y 42 mil litros de leche, cifra que en el convenio de este año decrecen por el reemplazo de las novillas al sustituir las vacas que ya cumplieron  el período reproductivo.”

“Para mí y mi familia fue de un inmenso orgullo patriótico recibir la bandera 60 aniversario de la Primera Ley de Reforma Agraria, la cual alzamos de conjunto con el presidente de la cooperativa como expresión de que no habrá vuelta atrás en las tierras entregadas a sus verdaderos dueños,” concluyó.

Este abnegado pecuario emprende sus proyectos hacia el logro de un progreso ganadero autóctono, en sus empeños por disponer de un rebaño cada vez más cercano a lo que  demanda el plan de desarrollo económico y social hasta el 2030.
/Por Artemio Leyva Aguilera.

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